Miguel Castaño es toda una leyenda entre los maquinistas españoles. A sus 62 años, ha bateado innumerables vías, tanto de día como de noche. Pocos tienen más experiencia que él y casi nadie ha vivido tan de cerca los avances tecnológicos en la construcción de vía en estas últimas décadas: “Antes marcábamos los valores como el peralte y la inclinación con tiza en la vía, para que veas el tiempo que yo ya llevo en esto. Entre tanto, como es lógico, todo ha ido evolucionando y ahora las máquinas pueden hacerlo casi todo por sí solas.”

Cuando piensa en su jubilación, Miguel se alegra sobre todo de una cosa - no más turnos de noche: "El trabajo nocturno, en cuanto a volumen, es similar al diurno, pero el desgaste físico no es el mismo. Aunque los turnos de noche sean más cortos, a la larga cargan mucho el cuerpo». Para mantenerse centrado y en forma a pesar de las exigencias, Miguel se ha buscado un hobby que puede practicar en cualquier momento y en cualquier lugar, el footing: "Llevo bastante tiempo saliendo a correr. Me quita el estrés y ya casi como que lo necesito. Me hace sentirme bien y feliz."

Un toque de humor que no falte

Otro factor decisivo para Miguel a lo largo de todos estos años de trabajo ha sido la relación cordial y abierta con sus compañeros: "El equipo que trabaja contigo en la máquina es importantísimo. Y si te llevas bien, pues siempre puedes quedar también al margen del trabajo, para ir a comer o a tomar una copilla juntos, o simplemente para hacer nuestras gracias entre nosotros, lo cual tampoco está nada mal.

¿Cuáles son las anécdotas con las que más se ha quedado Miguel? "Hombre, llevo tantísimos años aquí que probablemente podría contar un millón de anécdotas. Pero, como ejemplo: antes, a los novatos les solíamos gastar una broma, y es que cuando nos llegaba uno de estos chavales recién aterrizados, el primer día le mandábamos a por una herramienta que en realidad no existía. Después de mucho buscar, casi siempre volvía bastante desesperado, con un destornillador o algo así en la mano, porque, claro, la herramienta en cuestión no aparecía por ningún lado."

Miguel, la figura paterna

En su día, también José Carlos González, como joven maquinista, tuvo que pasar por este ritual y aún hoy se sonríe al recordarlo: "Historias como esta unen a la gente, y así nunca falta ese toque de humor, que es muy importante." Pero no solo a la hora de darle vidilla al equipo Miguel ha sido, desde siempre, un auténtico modelo a seguir para José, sino también - y sobre todo - en lo profesional y en lo personal: "Conocí a Miguel hace 20 años y él me ha enseñado el oficio. Es el más veterano del equipo y para mí es casi como nuestro padre."

Cuando Miguel mira al futuro, su deseo es, sobre todo, uno: que la próxima generación también se entusiasme con la profesión, lo que, sin embargo, no siempre resulta fácil. "Cuesta motivar a los jóvenes para este trabajo, porque es muy duro. Pero también es absolutamente fascinante y yo, cuando empiezan aquí, siempre les digo: 'Si no lo dejas tal que ya, no lo dejarás nunca'. Es duro el trabajo, sí, pero te va enganchando y, una vez que le has cogido el tranquillo, ya no te suelta."

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