Miguel Guerrero es desde 2021 jefe de tecnología de bateo en Bochum y se mueve por toda la geografía alemana. En estos momentos, está trabajando frecuentemente con la Unimat 09-16/4S. Tiene un grato recuerdo de sus comienzos en Plasser & Theurer y de sus primeros trabajos con las máquinas bateadoras, que desde entonces han experimentado un avance vertiginoso: “Antes teníamos la 09-231, en la que aprendí, y la que era LA bateadora de vía. Después llegó la 3X, y todos dijimos: Guau, ¡qué maquinón! Todo el mundo quería trabajar en ella. Y no paran de desarrollarse máquinas nuevas, es una locura todo lo que se está moviendo.”
Su trabajo le fascina por varios motivos: "Siempre surge algo nuevo. Además, tienes toda esa parte técnica, como cuando hay que reparar algo en la máquina, y luego está, por supuesto, el bateo. Cada vez que veo cómo queda la vía después de terminar de batearla, la verdad es que es sensacional, y es algo que siempre me ha atraído mucho." Con todo, como profesional ya curtido, es consciente de que no resulta nada fácil conseguir despertar el interés por este oficio entre las generaciones más jóvenes, ni siquiera en Alemania: "Al final, en lo que más se fija la gente joven es en nuestros horarios de trabajo. Un veinteañero lo que menos quiere es pasearse por la vía en fin de semana."
La seguridad: clave en la vía
Hablando de la vía, para Miguel hay un aspecto claramente prioritario en su trabajo diario con su equipo: la seguridad. Especial prudencia requieren los turnos de noche: "Si nos ponemos a batear en algún sitio por la noche, muchas veces aún sigue habiendo trenes circulando por la vía contigua. Y un paso en falso se da muy rápido. Cuando oyes el tren, ya suele ser demasiado tarde, lo que representa, evidentemente, un enorme peligro. Realmente hay que tener muchísimo cuidado y, además, protegernos los unos a los otros.
Sobre todo cuando se trata de la seguridad, la confianza mutua y una compenetración ciega en el equipo son vitales. Y lo mismo vale para la eficiencia en el trabajo: "Sin equipo, la cosa no funciona. Tenemos que entendernos. Todo tiene que encajar sin fisuras para poder terminar los trabajos como es debido. "Su colega Markus de Winter opina lo mismo: "Sin nuestra gente, aquí, en el tajo, no somos nada ni nadie. Si no nos complementamos y colaboramos entre todos, esto no sale adelante y la obra nunca se termina. Por eso es imprescindible que cada uno sepa cuál es su sitio."
Markus es uno de los pocos maquinistas a los que, manifiestamente, no les importa trabajar en los turnos nocturnos: "En cuanto al horario de trabajo, la verdad es que prefiero la noche. Todo es un poco más tranquilo y me encuentro más a gusto. Para mí, lo más duro de este oficio es el tiempo. No me gusta nada cuando llega el calor."
Importantes para el sistema ferroviario
¿Y cómo llevan los dos maquinistas eso de que su trabajo se desarrolle casi siempre en un discreto segundo plano y que rara vez reciban reconocimiento público por ello? "Bateamos por la noche y, al día siguiente, los demás toman el tren y vuelven a disfrutar de una vía renovada - y eso es una sensación muy gratificante. A pesar de que normalmente no se nos perciba y no solemos estar en el punto de mira", comenta Miguel con modestia.
Para Markus, pese a que gran parte de su trabajo pase inadvertido, significa mucho saber que su contribución como maquinistas es indispensable, tanto de día como de noche: "Sin nosotros, no hay trenes. Así que somos muy relevantes para el sistema ferroviario. Y eso espero que siga siendo así hasta cuando me jubile."








